—Gracias por venir —dijo Adelaida desde el suelo, donde en cuclillas abrazaba a una chiquilla de cabello oscuro.
—Hice un trato con él —dijo Maryere—, los traería de vez en cuando a él.
Adelaida dejó correr a Nicole hasta Francis, que unos metros más lejos los miraba.
Él no aceptaba a Maryere. Para él, ella tenía la culpa de que su hijo terminara como lo hizo, pero amaba como nada a sus nietos.
—¿Puedo? —preguntó la rubia extendiendo los brazos al frente. Maryere asintió y le pasó al pequeño rubio de ojos miel—. Es igual a mi Nath.
Adelaida comenzó a llorar mientras mecía al pequeño de un par de meses. Era el primer aniversario de muerte de Nathaniel, y Maryere se había encontrado con la familia de su exesposo en la tumba de este.
La abuela de sus nietos miró a la morena