Fría, distante… y la más irresistible. Esa era Sophie Hamilton Watt hija hasta ahora desconocida del archimillonario ejecutivo de las empresas Watt, recién fallecido, quien entraba como heredera.
Dante Watt Romano no tenía la menor duda de que Sohie Hamilton Watt, la joven viuda de Fran Hamilthon, ahora aparecía como hija de su padre, era una implacable buscavidas. La prensa había crucificado a Sophie a quien calificaban de buscavidas y cosas peores, como «La reina de hielo», la habían llamado en muchas revistas porque jamás mostraba la menor emoción. Ni siquiera una lágrima broto de sus ojos en el entierro de su esposo, cuando apenas tenían poco tiempo de casados.
Al ver en persona luego de tanto tiempo a la tan nombrada viuda Hamilton, Dante quedó asombrado no solo por su belleza, en la juventud cuando ambos salían ella era más sencilla. Había cambiado mucho. Resaltó sus atributos físicos, pero también la forma de ser, era una maquinadora e interesada mujer y ahora formaba parte de su familia.
La aparición de Sohie como hija de Donato Watt, había llevado el escándalo a la importante familia Watt, desatándose múltiplos inconvenientes y un gran juego de intereses entraban a formar parte.
A pesar de todo para Dante era difícil de aceptar que saltaban chispas aún entre ellos. Sophie y él eran un volcán a punto de estallar.
Y estalló en un inolvidable encuentro que dejó a Dante atónito al descubrir su inocencia. La atracción entre ellos era innegable, pero Sophie guardaba un secreto que había jurado no revelar nunca.