Capítulo 11. Debía sincerarse

Maya se quedó inmóvil, viendo cómo él salía del despacho sin darle una nueva ojeada, sintió un nudo en su garganta, tragó grueso conteniendo las inmensas ganas que tenía de llorar, sentía su corazón desgarrado, sin embargo, se contuvo. Después, como una autómata, se vistió y salió de allí, trató de salir a escondidas para evitar que la vieran, quería pasar desapercibida y al menos que quería encontrarse era Arion, cuando ya había salido de la casa uno de los choferes la interceptó, impidiéndole el paso.

—El señor me envió a buscarla, debo llevarla a su casa y regresarla ahorita mismo junto con su hijo —pronunció el hombre con seriedad.

—No se preocupe, no es necesario puedo irme sola y regreso de la misma manera —expresó ella tratando de hacer desistir al chofer de buscarla, mas fue en vano, porque este no se echó atrás.

Al final ella subió en la parte trasera del auto y el chofer la llevó hasta la pequeña casa ubicada a varios kilómetros de la casa principal.

Llamó a la puerta con lo
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