Recostada en su cama, con la mirada en el techo y las extremidades extendidas sobre las sábanas, Taylor se resignaba a sus circunstancias. Había recibido advertencias –o más bien dicho, amenazas– por parte de su propio padre y estaba realmente consternada por aquel suceso. No tenía idea de que Massimo fuese capaz de llegar a esos extremos.
"Si descubro que alguien ajeno a nosotros conoce tu secreto, me encargaré de que no viva para contarlo."
Estaba muy asustada. No quería creer que en verdad lo haría, que se atrevería a acabar con la vida de una persona para mantener el secreto a salvo. Sin embargo, siendo honesta consigo misma, no tenía intenciones de ponerlo a prueba. No deseaba que los demás estuviesen en peligro por su culpa ya que, si Massimo solo la amenazó para asustarla, aun así, podría recurrir a otros métodos para castigar a Taylor por su descuido o indiscreción.
Se sobó la cara y exhaló ruidosamente. Creía que contaba con varias opciones, pero su padre acababa de cortar