C3: ¿Qué es esta sensación?

Taylor se alistó muy temprano en la mañana para presentarse en su nuevo trabajo. No estaba particularmente emocionado por ser el secretario de Roger, pero trató de ver el lado positivo de la situación y supuso que le vendría bastante bien conocer un poco sobre el manejo de un hotel. Quizás en el futuro, cuando herede Traveling, podría encargarse de levantar uno para que los viajeros se hospedaran allí.

Debía ganarse una buena impresión de su jefe nuevo y absorber toda la información conveniente. Se mentalizó que era una buena oportunidad para obtener experiencia, por lo tanto, se alentó a sí mismo mientras se colocaba el traje.

Taylor había aprendido a vestirse como un chico y a actuar como hombre, ha vivido como uno desde pequeño, así que no era un reto para él. Con las vendas bien puestas, nadie notaría que escondía un par de secretos.

Luego de pasar por su cafetería favorita, se dirigió a I'll Castello. Al llegar, se aproximó a la recepcionista, quien le indicó a qué piso debía subir para encontrar la oficina del CEO. Taylor tomó el elevador y se detuvo en el octavo piso. Las puertas se abrieron y se encontró con un hombre alto y de buen porte, traía puesto un traje oscuro, zapatos relucientes y su perfume se percibía incluso desde la distancia. Éste se hallaba sentado tras un escritorio, entonces Taylor caminó hasta él.

—Disculpe —soltó con amabilidad.

El hombre levantó la mirada de los papeles que lo mantenían concentrado y contempló al joven que tenía en frente.

—¿Tú eres...? —cuestionó, sin el más mínimo interés.

—Mi nombre es Taylor Bizzozzero, vine a presentarme en mi primer día como secretario personal del CEO Roger Croce —expuso educadamente.

Al oír su nombre, el hombre entornó los ojos y su desinterés se transformó en intriga.

—¿Taylor Bizzozzero... eres tú? —le apuntó con el bolígrafo que sostenía entre sus dedos.

—Así es.

—Vaya... he oído ese nombre tantas veces, pero es la primera vez que te veo en persona —el hombre se levantó y le extendió la mano—. Un placer conocerte, Taylor. Me llamo Josh Vargas y soy el Director de Operaciones, el segundo al mando de este hotel —expuso. Taylor dio un asentimiento con la cabeza y estrechó la mano de Josh—. Cabe destacar que no soy solo un director, sino un buen amigo de Roger. Puedes consultar conmigo cualquier duda que tengas.

—Se lo agradezco —expresó.

Josh no tenía reparos en observar a Taylor y realizaba extrañas muecas mientras lo miraba.

—¿Sucede algo? —preguntó Taylor, luego de notar los ojos inquietos de Josh.

—Oh, nada. Simplemente... creí que serías más mayor, pero eres muy joven. ¿Cuántos años tienes?

—Veintitrés —aseveró.

—¿En serio? —levantó ambas cejas—. Luces como de veinte. ¿Cuál es tu secreto? —Taylor dio un respingo ante aquella interrogativa tan repentina.

Ciertamente, Taylor se veía bastante joven a lo que sería un hombre normal de veintitrés. Esto se debía a que no era de estatura muy alta, su rostro era refinado, y aunque se esforzaba por que su voz sonara masculina, en realidad no era muy gruesa. Su pelo castaño claro estiraba a lo rubio y lo hacía lucir aún más angelical.

Además, sus ojos tenían el mismo color que el cielo y su mirada era suave, como la de un pequeño que apenas estaba comenzando a ver el mundo. A decir verdad, Taylor tenía muchos rasgos femeninos difíciles de esconder, pero el traje varonil, el cabello corto, su forma de caminar y de comportarse no dejaban lugar a dudas. Nadie se imaginaría que era una mujer la que se ocultaba debajo de toda esa fachada, simplemente verían a un joven tierno y bien trajeado.

—¿A-A qué te refieres? —Taylor carraspeó y desvió la vista. Josh se inclinó ligeramente hacia su rostro para escrutarlo más de cerca.

—Debes tener alguna poción mágica, ¿me das un poco de eso? —dijo en tono de broma.

—Ahm, no sé de qué me habla... —dio un paso hacia atrás y se acomodó la corbata. 

—Josh —una voz masculina resonó entre las paredes, llamando la atención de ambos—. ¿Qué estás haciendo? No te veo trabajando.

Taylor dirigió la vista hacia la persona que salió del elevador. Lo miró con evidente asombro y su mandíbula cayó hasta el suelo. No podía creer que ese fuera Roger Croce, su nuevo jefe.

Pelo negro, ojos pardos y piel bronceada. Su físico era exuberante y su aspecto era imponente, daba pasos firmes con aires de inquebrantable seguridad y lo rodeaba una fragancia exquisita. Sin embargo, no fue esto lo que sorprendió a Taylor.

«Este hombre... ¡es el berrinchudo de la cafetería!» dijo para sus adentros.

—Roger, hasta que al fin llegas —comentó Josh—. Tu nuevo secretario está aquí.

—Qué bueno, porque hay mucho trabajo. Dale algo de esos papeles, que los revise y me entregue un informe antes del mediodía —Roger pasó de largo sin detenerse a saludar a Taylor y entró directamente a su oficina.

—Qué grosero. No entiendo porqué tiene ese mal genio siempre —escupió Josh mientras se masajeaba la sien—. Soy el único en todo el hotel que lo soporta.

Para Taylor no fue sorpresa el "recibimiento" por parte de su jefe, pues debido al incidente de la cafetería, ya sabía que tenía un horrible temperamento.

«¿Me habrá reconocido?» se preguntó a sí mismo, pero lo cierto es que Roger ni siquiera volteó a verlo.

—El escritorio que ves allí, es para ti —apuntó Josh—. Te ayudaré a encargarte de la tarea que te encomendó tu adorable jefe, así que no te preocupes por nada. Tienes cara de que eres muy inteligente, hacer el informe de todos esos papeles es pan comido.

Taylor se sintió aliviado, al menos alguien estaba dispuesto a guiarlo, ya que Roger no tenía ni la más mínima intención de hacerlo.

Luego de un par de horas de revisar gran cantidad de documentos, Taylor ingresó a la oficina de su jefe después de dar un par de golpes a la puerta, para entregar su trabajo terminado.

—Aquí está el informe que me pidió, señor —extendió la hoja hacia Roger.

Éste levantó la mirada y lo contempló con rareza. Al cabo de unos segundos, frunció el ceño y se puso de pie.

—¿Tú? —señaló de forma despectiva y con una expresión de disgusto—. ¿Qué estás haciendo aquí? —cuestionó con hostilidad.

A Taylor se le saltó una vena en la frente y respiró profundo pero con disimulo, procurando no exasperarse. Generalmente era muy paciente, pero ese tipo sí que le ponía de los nervios.

—¿Acaso me recuerda? —se atrevió a preguntar.

—Por supuesto que sí. Eres el rarito que me desafió en esa cafetería de cuarta y delante de todos —gruñó—. ¿A qué viniste a mi hotel? —se inclinó ligeramente en dirección al joven, quien lanzó un suspiro, contando hasta diez en su mente.

—Soy Taylor Bizzozzero, su nuevo secretario. Estoy aquí desde muy temprano, pero aparentemente ni siquiera se digna en conocer a sus empleados —respondió sin tapujos.

—¿Quién te crees que eres para decirme lo que debo hacer? —dijo en tono amenazante—. Aguarda, ¿has dicho "Taylor Bizzozzero"? —se tornó pensativo por un momento—. ¿Tú eres el heredero de Traveling?

—Así es.

Roger desató una corta risa irónica.

—Qué hilarante situación. El defensor de los débiles es mi subordinado ahora —le arrebató el papel que sostenía en sus manos y comenzó a leer el informe.

Para su sorpresa, el informe estaba perfectamente bien redactado, sin embargo, su orgullo no le permitiría realizar ninguna especie de halago al chico que lo dejó en ridículo.

—¿A esto llamas informe? —dio un manotazo al papel—. Esto es basura, hazlo de nuevo.

—¿Ni siquiera sabe reconocer un informe bien escrito? ¿Y se hace llamar "CEO"? —Taylor no temía al intento de intimidación de su jefe.

Roger lo escrutó irritado y arrugó la hoja que le había entregado el joven para luego tirarlo en un cesto de basura.

—Escúchame muy bien, pequeño Tay, te mencionaré un importante detalle —empezó a rodearlo con pasos lentos—. Si no deseas quedar como un payaso delante de tu abuelo, deberás acatar mis órdenes sin rechistar, pues si no lo haces, no nos entenderemos y me veré obligado a echarte de aquí —se detuvo hacia su costado y se dobló levemente en dirección al oído de Taylor. En voz baja, casi en susurros, procedió a seguir hablando—. Podrás ser el heredero de Traveling, pero en este hotel no eres más que un empleado. Soy tu superior y debes brindarme obediencia y respeto. ¿Lo has comprendido?

Taylor debió haberse enfadado por aquel ataque, pero no lo hizo. No prestó atención a sus palabras, sino al roce de su aliento. La voz de Roger le erizó la piel de un modo que no pudo descifrar, era una sensación completamente ajena, jamás se había sentido así.

Permaneció congelado por un par de segundos, hasta que reaccionó. Con la mano tapó su oído y retrocedió unos pasos para alejarse de su jefe.

Al notar el extraño comportamiento de Taylor, Roger lo miró con fastidio.

—Tch, ¿cuál es tu problema? —refunfuñó—. ¿Entiendes lo que te he dicho o no?

—¿Eh? Ah, s-sí, sí. Recibido y comprendido —la verdad es que no había captado nada.

Roger creyó que Taylor se enfurecería, sin embargo, éste se mantuvo tranquilo.

—Já. Estás inesperadamente calmado —comentó—. En fin, repite el informe y tráemelo de vuelta.

—Sí, señor.

Taylor se giró y caminó hacia la puerta con los pensamientos caotizados.

«¿Porqué me siento de esta forma? ¿Qué es esta sensación?» se preguntó mil veces en cuestión de segundos.

La realidad era que nunca había tenido a un hombre tan cerca. Debido a que ante la sociedad debía mostrarse como un chico, nunca pudo tener amoríos con nadie de su "mismo género", ya que eso se convertiría en un escándalo que mancharía la reputación de los Bizzozzero. Por lo tanto, tenía que mostrarse con alguna que otra chica para no levantar ninguna sospecha.

Con el único que logró una cercanía que nadie le pudo reprochar fue con su primo Maximiliano.

Taylor podía ser un joven muy listo, pero tenía algunos defectos. Uno de ellos se trataba de lo distraído que podía llegar a ser. Estaba tan inmerso en sus pensamientos, que al salir de la oficina, se tropezó con su propio pie y cayó al suelo. Lo malo fue que no cayó solo, sino que intentó sostenerse de una mujer que estaba a punto de entrar a la oficina y la llevó al piso consigo.

Roger escuchó el sonido y salió para mirar qué ocurría, en lo que vio a Taylor reposando encima de quien sería su hermana.

El CEO estalló en cólera y tomó a Taylor del traje, estirándolo hacia un lado para sacarlo de encima de la mujer.

—¡¿Qué crees que estás haciendo, cretino?! —vociferó.

—¡Cálmate, Roger! —exclamó ella.

Taylor la reconoció. Era la misma que acompañaba a su jefe en la cafetería aquella mañana.

—L-Lo siento mucho, señorita —expresó.

—Tranquilo, fue un accidente...

—¡¿Accidente?! ¡Estaba encima de ti! —manifestó Roger, completamente indignado—. ¡Fuera de aquí, estás despedido!

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