Sin pérdida de tiempo, Joaquín continuó explorando el cuerpo de Cristal con sus manos, acariciando cada curva y haciendo que su piel se erizara de placer. Poco a poco, fue quitándole la ropa, deslizando sus manos por su piel desnuda y besándola con pasión.
Cristal se entregó por completo a Joaquín,