Esperó una vez más y como aún se mantenía callada insistió.
—Amor, por favor dime algo, Salomé —llamó.
—Mmmm —escuchó decir, y un leve ronquido salió de sus labios.
Allí se dio cuenta de que no había escuchado.
—¡Diablos! Por fin me armo de valor y resulta que ni me escuchaste —se pasó la mano p