Ella lo miró fijamente a los ojos, sorprendida por su respuesta.
—Gracias… no eres tan ogro como pareces.
Ella estaba sorprendida porque no podía creer que el padre de la niña a quien le dio sangre fuera el mismo hombre de la fiesta, a quien besó, la persiguió, la salvó y ahora la estaba ayudando.
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