Griselda sonreía feliz, no esperaba que fuese esa manera como conociera a sus suegros Pero gracias a qué presenciaron tan desagradable escena ellos se dieron cuenta que el amor de esa jóven por su hijo era genuino y que en verdad sufría por qué su hermana la tenía apretada de su muñeca para no dejarla entrar al registro.
— Tenemos que darnos prisa, estamos a solo dos minutos de que sea nuestro turno, apresuremonos Ismael. — El senador Montana miraba su costoso reloj y apuraba a su amigo.
— Vamos, ven conmigo querida, no te me vas a escapar, hoy te casas conmigo si o sí.
Ismael llevaba de la mano a su prometida, todos caminaban aprisa hacia la sala donde se estaban llevando a cabo los matrimonios, cuando entraron justo unos nuevos esposos dejaban el lugar.
— Pero... ¿Qué pasa Ismael? ¿Por qué el juez también se retira? Creo que llegamos muy tarde. — Griselda se entristeció al ver qué quien podía oficiar su boda también se fué.
— Dorian, ¿Qué sucede? Dijiste que este era nu