No pueden engañar al CEO Ivanov. Atrapados...
Los niños voltearon lentamente a ver a su padre, el entrajado hombre estaba con las manos en la cintura viéndolos a ambos desde el pie de la escalera.
La penetrante mirada de Sergey, esa que hacía estremecer a sus colegas empresarios, ahora estaba sobre los dos traviesos y glotones hijos.
— ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué es lo que llevan en esa mochila? Respondan.
— Es...es la mochila de Aleksey, papá, vamos... a estudiar al cuarto de juegos.
Pero querer mentirle al CEO Ivanov era perder el tiempo, no lo iban a conseguir tan fácilmente.
— Bajen aquí. — Ordenó el hombre haciendo una señal con su dedo.
Los niños se miraron el uno al otro, tenían la opción de correr y escapar hacia la habitación de su madre, pero algo les decía que no debían desobedecer más a su padre, así que bajaron de poco a poco hasta llegar a él.
— Papá, los trillizos teníamos mucha hambre, sentíamos que íbamos a morir. — Decía el pequeño Alexandro con la mirada cabizbaja.
— Muestrenme lo que llevan en