Un matrimonio dichoso.
El Jeque llevó a la villa a su esposa después de cumplir sus caprichos, ella se había quedado dormida, lo que aprovechó el árabe para hacer una llamada.
— Alejandro, ¿Esta todo bien? No es tan tarde pero es de noche, ¿Qué pasa?
— Vladimir, voy a salir de viaje mañana, después de la reunión, pero quise llamarte para decirte que ha ocurrido algo muy inesperado.
— ¿Qué cosa? Estás muy extraño.
— Es un milagro, más comenzaré desde el principio. Florencia vino a amenazarme con que le diría a Monserrat de su esterilidad si no dejaba a mi esposa para casarme con ella.
— ¡Esa mujer, está igual de obsesionada que Mariana por mí! Solo causan problemas, Rafaela está molesta conmigo por lo que le dijo esa rubia tonta de mi y de ella en la cama. Pero dime, ¿Qué hiciste? ¿Aceptaste?
— Por supuesto que no iba a aceptar, estaba dispuesto a todo para que mi esposa no se enterara de su situación médica, pero eso no.
— Pues solamente que ordenaras su muerte, de otra forma no hay manera.