El segundo bebé Ali.
El niño tenía los cabellos oscuros, hermosos ojos verdes, los labios gruesos, y la tez del mismo tono que su padre el Jeque. El egipcio sentía que la dicha no le cabía en el pecho.
— ¡Dios, si, el bebé es identifico a ti! Pequeño, decidiste parecerte a tu padre, eres tan apuesto como él.
Monserrat estaba hecha un mae de lágrimas, estaba siendo madre por primera vez, sus emociones estaban al límite, su sueño de tener un bebé con su esposo estaba justo frente a ella.
El Jeque secaba las imparables lágrimas de su esposa, ella estaba muy sentimental.
— Amor, ya no llores, sigues en cama, se te va a tapar la nariz.
El Jeque siempre se preocupaba por su mujer, y aunque le pedía que dejara de llorar, la verdad es que el también había derramado un par de lágrimas. Estaba recibiendo a su hijo después de que le habían dicho que nunca sería padre con Monserrat.
— Me llevaré al bebé a que lo vea el pediatra, se lo devolveremos pronto. — Dijo la enfermera.
— Si, cuidenlo mucho, es n