En la mansión Rodríguez, el mafioso Deeguel, Rodríguez, recibía a sus hijos del colegio, su madre los recibió con un beso en la mejilla, además de Emill y Degél, también, Alessandro, Joshua, Andye, Oliver, Daniel Alejandro y Dallán, hicieron fila para recibir el beso de la bella y elegante señora Rodríguez
— ¿Qué es esto? ¿por qué mi esposa está besando a tantos preparatorianos apuestos? estoy en total desacuerdo
— Cariño, no seas celoso, a todos los quiero como más de mis hijos, mira nada más como han crecido, y que guapos que son
— Hmmm... si, por un momento creo que estoy viendo a sus padres en su adolescencia, son tan parecidos a ellos
— Oliver, querido ya estás en casa — Nami, le daba un beso en la mejilla a su hijo
— Papá, ya te dije que no tienes que preocuparte tanto por mi, soy un chico grande, me sé cuidar solo, y sabes que siempre te aviso del lugar a dónde voy
— Lo sé, eres el mejor, Pero entiéndeme, eres mi único hijo, tengo que cuidarte, no creo que la vi