Se dirigió a la cafetera y la encendió. Le daba la espalda mientras esperaba que el café terminara de llenar la taza y a Gregory se le iban los ojos por su espalda, por su cabello, por sus caderas. Había pasado la noche negándose una y mil veces esas sensaciones que ella le producía en el alma, pero también en el cuerpo. Pero la miraba, la veía moverse, hablar y solo flotar por el aire y esa resolución de hierro se disolvía.
Volvió a la mesa con dos tazas y se sentó con él, en silencio. Su cara aun mostraba rastros leves de las lágrimas derramadas y él quería tanto limpiársela con los dedos. Hizo un sonido extraño, como un resoplo o un gruñido, y Adele lo miró extrañada. Llevaba la misma ropa.
- ¿No dormiste? - Le preguntó.
- No… no pude -
- Lo lamento… -
Todo era su culpa, estaba alterándoles la vida.
- ¿Robert? -
- Él durmió como un bebé, sigue haciéndolo… No te preocupes, lo que sucedió anoche puede resolverse -
- No se suponía que me encontrara… - Le dijo medio ause