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Bastiaan estaba caminando de un lado a otro, como si fuera un león enjaulado. Nunca en su vida había sentido tan impotente. Comprendió en ese momento que el dinero no lo era todo. Por primera vez en mucho tiempo, recordó que era un hombre mortal, con virtudes y defectos. No como un cheque al portador con piernas, como muchos pensaban. A veces las personas que lo rodeaban era solo para tener algún beneficio de él. Lo peor es que estaba al tanto de eso, una sensación de vacío recorrió su cuerpo.
No sabía el nombre de la chica que cayó encima del capó de su vehículo. Solo que había perdido la consciencia en el instante que supo que tendría ayuda. Estaba todavía sorprendido por su fortaleza, eso sin contar que sentía mucha curiosidad por saber quién la había golpeado de esa manera, y sobre todo el porqué.
Mientras la llevaban en su auto hasta el hospital, sin importarle que la tapicería se manchara de sangre. Dentro de su bolso comenzó a sonar su teléfono celular. Sin dudarlo, reb