59. Sin etiqueta
Juls
Él me da esa sonrisa que me enloquece, la que hace que se vean sus hermosos hoyuelos, aún sobre el rastro de barba, y que enciende su mirada como si de un animal salvaje se tratara. Es la sonrisa del lobo.
Sus manos llegan sin miramientos hasta el elástico y está vez no rompe mi ropa interior, él empieza bajarla y yo levanto mis caderas sin pensarlo para ayudarlo a terminar de quitarlas y entonces estoy totalmente expuesta para él y es ahí cuando mis mejillas se encienden en vergüenza.
El instinto de cerrar las piernas me gana e intento hacerlo, pero sus manos son más rápidas deteniendo mi movimiento y por el contrario abriéndolas aún más para él.
Siento que el rostro me va a explotar por lo rojo que debo tenerlo, pero no lo detengo, no quiero hacerlo y por la sonrisa prepotente que Malcom me da, sé que él también lo sabe.
Sus ojos se desvían de los míos y bajan directo a mi feminidad, el gruñido de placer y deseo que sale de él es totalmente animal y me encanta, amado Dios, no