Rael golpeó una casilla del tablero que parecía poner en peligro el juego de Olivia, que suspiró y puso cara de aburrimiento. La forma en que el aire salía de su boca hizo que unos mechones de pelo cayeran sobre su cara y Rael los recogió suavemente y se los puso detrás de la oreja.
Apreté los ojos y luego me pasé los dedos por ellos, insegura de si estaba alucinando. Por supuesto que no sentía nada por aquella mujer más que rabia, odio y deseo de venganza. Pero eso no le daba derecho a Rael a hacer eso en mi casa.
Olivia levantó la vista y le miró fijamente y Rael frunció el ceño y me miró a mí:
- I... Sólo... Le alisé el pelo. - Explicó, como si hubiera alguna justificación para su gesto.
Apreté el vaso de whisky con tanta fuerza que oí un estallido y me di cuenta de que lo había roto por el borde.
Olivia, yendo en contra de todo lo que podría haber esperado de ella, le quitó los zapatos a Rael, mencionando:
- Me estás poniendo de los nervios con esos zapatos... Relájate, Rael. Sabe