¡Ya está! Gabe lo sabía todo sobre mi nueva vida. Y por lo visto no me dejaba en paz. Y aunque me gustaba que empezara a prestarme atención, no quería mezclar mi vida personal con el trabajo, porque temía que me jodiera.
Fui al armario y saqué una venda decorada con un personaje infantil y se la pegué en la zona del corazón, sobre el traje, prácticamente en la zona donde estaba el bolsillo falso. Tenía un aspecto gracioso y no pude contener la risa, sin saber si era por burla o porque realmente me parecía simpático que un hombre vestido con un traje de Kiton que costaba más de lo que yo ganaría en un año de trabajo llevara una venda decorando su mirada.
Cuando fui a retirar la mano de su pecho, Gabe me la agarró, impidiéndome apartarme, y me vi obligada a mirarle a la cara, con aquellos ojos azules que parecían querer entrar en mi alma.
- Todavía me duele. - Su voz era suave, casi un susurro.
- Lo siento, pero no puedo arreglarlo.
- Sólo tú puedes... Porque fuiste tú quien lo dejó así