Al mediodía, David salió como era su costumbre para ir a almorzar. A veces lo hacía con Hugh o con otros compañeros, pero esta vez se encontró con Johanna Donnelly, su antigua vecina y ahora esposa de Simon, en la recepción. Al verlo, ella lo llamó en voz alta, y él le sonrió sorprendido de verla allí.
—¿A qué debo esta agradable sorpresa? –le preguntó a la vez que se le acercaba y le daba un beso en la mejilla.
—Vine a invitarte a comer.
—Qué honor –sonrió David—. Ahora que eres rica, puedes invitar a tus amigos pobres.
—Tú ya no eres tan pobre –bromeó ella—. Por allí escuché que Hugh Hamilton te tiene en muy alta estima, y ahora habitas una casa grande y hermosa, y hasta tienes auto.
—Beneficios del trabajo duro.
—Sí, ya veo –David