Sofía apuntó su arma directamente a Henny, su voz temblando pero firme.
—Hice todo lo que pediste. Maté a Álex. Ahora deja ir a mi madre y hermano.
Henny aplaudió burlonamente, una sonrisa retorcida extendiéndose por su cara.
—¡Me gusta tu espíritu, niña! Una mujer real tiene que ser astuta y despiadada. ¿Sabes? Maté a mi propio esposo porque se interponía en mi camino.
Sus ojos se estrecharon con diversión cruel.
—Si tan solo no fueras la nieta de Betty, si tan solo no fuéramos enemigas, tal vez hasta me habrías gustado. Pero tristemente, estamos en lados opuestos.
Sin advertencia, Henny se volteó y golpeó a Florence fuerte en la cara.
—¡Déjala! —gritó Sofía, desesperación quebrando su voz—. ¡Me lo prometiste!
—¡Promesas! —Henny se rió amargamente—. ¿Todavía eres solo una cachorra, verdad? ¿Tu abuela idiota no te ha enseñado a nunca confiar en tu enemigo?
La cara de Sofía se drenó de todo color, la realización estrellándose sobre ella.
Había sido ingenua... dolorosamente, peligrosamen