capítulo doscientos treinta y dos
El motor de la camioneta rubia con fuerza y furia para hacer que las demás partes del mecanismo que portaba la camioneta negra siguieran funcionando con velocidad y rapidez. Se veía desde a esa gran distancia, los pelos rubios y alocados de la piloto, quien era Marta, la mujer de cuarenta años que hasta hace unos días se hacía cargo de los niños; A su lado, se encontraba su esposo, quien portaba con orgullo su pelo sedoso y canoso que bailaba al son del viento que entraba por la ventanilla abierta. Después de unos cuantos kilómetros, April recién pudo identificar a la camioneta y por quien estaba siendo manejada, los había divisado a lo lejos del camino asfaltado, a tan solo unos minutos lejos de ellos, a veces ella se sentía un poco fuera de lugar, ella desde hace más de un año que tiene conocimiento de su poder y de la grandeza de este, el estar embarazada implicaba el hecho de no hacer magia, pues lo poco que tenía de energía era solo para seguir haciendo actividades puramente human