— Señor Harrison ¿Cómo le va? ¿Cómo lo han tratado? Espero que hayan tratado como se merece, usted merece el mejor de los tratos

— ¡! Maniático¡! ¿Qué piensas hacer conmigo?

— Nada que usted no haya hecho con mi esposa, pero seré más indulgente.

— Mi hija no permitiría tal atrocidad, debes estar haciendo ésto a sus espaldas eres un monstruo y no solo por lo que supones hacer conmigo, sino porque eres una atrocidad al ayudar a Melanny a seguir esta vida. ¡Ojalá te pudras en el infierno!

— En algo concuerdo con usted somos unos monstruos, a estas alturas los dos somos unas personas sin sentimientos, no nos tocamos el corazón en nimiedades, como el dolor o lo que cree y sienten las personas a nuestro alrededor. Únicamente mi esposa y mi hijo pueden lograr conmoverme, otra cosa más no vuelva a ensuciar a Melanny diciendo que es su hija.

— ¡Es mi hija! Aunque te duela y reniegues tiene mi sangre eso no lo puedes negar, deja que me comunique con ella y me sacara de este agujero en el que me