Capitulo 26

—¿Desde cuándo es amable? —pregunta en voz alta pero nadie me respondió.

Suspiré con dolor y volví a llorar hasta volver a quedarme dormida. Cuando abro los ojos, escucho la puerta ser abierta.

Me asomo, estoy cubierta hasta la nariz. Ingresa Eduardo, Emma entre sus brazos.

—Hola mamá —dijo.

—Emma... —murmuré, poniéndome de pie, y tomándolo entre mis brazos.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Eduardo.

—No... me siento mal.

—Vamos a comer algo a un restaurante —propuso.

Yo negué, no quería comer. No tenía hambre, solamente quería vomitar una y otra vez hasta quedarme desmayada.

—Creo que te hará bien salir de la casa.

—Gracias pero estoy bien —murmuré mintiendo.

Él asintió y desapareció.

Una semana después, aún sufría en silencio. No había ido al trabajo, Eduardo incluso aún llevaba Emma al maternal. Yo estaba cubierta de cobijas, sin querer levantarme de la cama y sin comer
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