La costumbre nunca podía fallar, siempre eran alegres en fiestas y muy activos, su licor y los juegos que lo acompañaban no podían faltar, como siempre el que tenía una parte del alma de la fiesta era Alejo, por lo general empezaba a animarse antes que todos e incitaba al alcohol, esta vez no era el único, el grupo de amigos se había extendido un poco y de tantos meses conviviendo con Daniel se habían convertido en un dúo que realmente se divertía y era todo lo que se necesitaba para unos buenos momentos entre amigos.
Las fugases sonrisas deslumbraban una unión sincera, conexiones de confianza y calidez entre personas, de verdad un buen grupo.
Mario y Astrid se divertían juntos y antes de que todo alcanzara el punto máximo de la fiesta donde todos se ponen muy mal con el alcohol, ellos fueron a platicar un momento, existían temas por resolver, no había otro lugar má