Nos besamos durante un largo rato, y entonces, sin previo aviso, él agarró mi mano y se separó de mí, observándome, con una gran sonrisa en el rostro, antes de emprender aquella aventura, corriendo junto a mí, como ya lo hicimos la primera vez, dejando atrás la discoteca, la playa, hasta llegar a la puerta de su hotel.
Me miró con cierta complicidad, antes de hablar.
- Habitación 213 – declaró, para luego marcharse al interior.
Lejos de asustarme por lo que acababa de pasar, lejos de pensar en que quizás todo era un truco para llevarme a la cama,