RUPERT
Llevo más de cinco horas mirando a Mateo dormir, revisando su respiración, ¿soy un paranoico? Puede ser, pero jamás he experimentado este cúmulo de sensaciones, apenas llevo semanas conociendo la existencia de mi hijo, y he descubierto un par de cosas, las dos más importantes; soy capaz de matar a todo aquel que le haga daño, y la segunda, no puedo imaginar un jodido día sin él.
Un pequeño balbuceo de su parte me saca de mi ensoñación, suspira y se acomoda para seguir durmiendo, me costó un mundo que lo hiciera, en especial cuando sé que extraña el calor de su madre, le hice una promesa y pienso cumplirla, esa maldita rubia tiene que regresar a mi lado, en especial con la sospecha de un nuevo bebé en camino.
La retorcida idea de que ella pueda estar esperando otro bebé mío, hace que mi vena posesiva y mi instinto psicópata, se desarrollan una vez más, ella es mía, y es algo que tendrá que entender Winston por las malas. Ganó la batalla, más no la guerra.
—No pareces tener bu