RUPERT
—¡Ah!
Odio escuchar los gemidos falsos de mi maldita esposa; su actuación comienza a fastidiarme. Hace dos años que me casé con la víbora más poderosa de todo San Francisco. La única razón por la cual me uní a esta farsa es porque necesitaba incrementar mi fortuna y obtener el apoyo social y prestigio de Alejandro Hill, el magistrado, político y millonario, tío de Débora.
Jamás he tenido fallos en mis planes, solo uno que se me fue de las manos y en el que he estado trabajando durante dos años.
—Ah —suelta un suave gemido cuando me derramo en su interior.
Un hijo es todo lo que me falta para sellar mi alianza con los Hill; un jodido hijo. Puede que piense con la cabeza fría y sin corazón, pero cuando Débora salga embarazada, ese niño me dará lo que más quiero: poder, prestigio y las armas para derribar a mis rivales. ¿Qué puedo decir? Soy demasiado competitivo.
Una vez que obtenga todo lo que deseo, me divorciaré y me haré cargo del niño, pero jamás perteneceré a sus vidas. Des