Me desperté con un fuerte dolor de cabeza, no podía moverme bien porque mi cuerpo también dolía. Pronto, destellos de lo que había sucedido vinieron a mi memoria, me desesperé. Abrí más mis ojos, desesperada, y me di cuenta de que estaba desnuda.
— No. ¡No puede ser! — Mis ojos ya estaban llorosos.