—Tom, creo que será mejor que volvamos al salón —dijo Catarina, intentando apartarse, pero fue en vano; él era más fuerte y la sujetó por la cintura con aún más fuerza.
—Vamos, Catarina —dijo él, lleno de arrogancia y embriaguez. —Deja de fingir que no sabes lo que vine a buscar. —Una sonrisa cínica