Cuando llegó a casa, Catarina encontró a sus padres sentados en el sofá de la sala, conversando. En cuanto la vieron, notaron la mirada un poco perdida de su hija.
— ¿Pasó algo? — preguntó Damián, levantándose.
— No, no pasó nada — respondió ella.
— ¿Por qué no viniste al almuerzo? — insistió él.
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