— Hija, ¿es verdad lo que tu padre está diciendo? — preguntó Andrea, con un tono preocupado, sin poder creer lo que acababa de escuchar.
Aún con lágrimas resbalando por el rostro, Catarina tragó en seco. Sabía que no podía mentir y, con un leve gesto de cabeza, confirmó, sintiendo la mirada de su ma