— Todavía no puedo creer que estemos esperando gemelos — decía Denise, radiante, mientras estaban en el coche.
— Yo tampoco… Dios mío, es una felicidad doble — respondió Saulo, sonriendo de oreja a oreja.
— ¡Las chicas van a enloquecer!
— De eso no tengo la menor duda.
Sin embargo, Denise guardó sil