Eran las cuatro de la tarde y Denise estaba recostada en su cama, pensando en Saulo.
Dos sentimientos dominaban su corazón. El primero, era felicidad. Había tenido una mañana maravillosa e inolvidable. Su corazón palpitaba al recordar a aquel hombre de ojos penetrantes, los besos apasionados, el roc