Capítulo 135.
Sin embargo, Vero no puede quedarse con la rabia atorada en su garganta y su ego herido no la deja en paz.
— ¿Por qué la tienes cerca? ¿Por qué la respetas? ¿Por qué la miras de forma diferente? —cuestiona a ella y eso hace que él se detenga.— Ella está deforme, no habla, es una muñeca inútil, una completa estupidez, una pérdida de tiempo, solo te da problemas. En cambio, yo soy hermosa, poderosa y atractiva. Puedo darte demasiadas cosas, Randolf. Sin embargo, puedo ser una mejor luna, ¿qué necesitas para mirarme? Imagina unir nuestros territorios y...
— Silencio— declara Randolf.— Te prohibo que hables así de ella. ¿Entiendes? Nadie, absolutamente nadie, puede menospreciar a mi amada hembra—- dice él al mismo tiempo que con su mano libre, empuja a Vero y la empotra contra la pared.
Un jadeo de deseo y satisfacción sale de los labios de ella.
— Así tratame con pasión— declara Vero abriendo los ojos para observar la furia y el fuego en Randolf, al mismo tiempo que sus ojos brillan