Capítulo 127.

En la manada Niebla Eterna, Johana se acerca de manera contundente hasta el pasillo que llevaba directamente a las habitaciones de la servidumbre.

Sus pasos eran ligeros, tratando de pasar desapercibida. Sin embargo, justo antes de dar media vuelta en dirección de las puertas de la habitación donde el olor de la pequeña y joven criada parecía guiarla, se detiene de manera contundente al escuchar un grito desesperado con la voz de la reina pero más desgraciada.

— ¡¿Qué te crees?! —grita la reina al mismo tiempo que Johana comienza a escuchar jadeos desesperados.

No puede evitarlo y comienza a asomarse desde el final del pasillo.

¡Plas!

En ese momento, el rostro de la joven es impactado por la palma de la mano de la reina haciéndola caer de manera desesperada hasta el suelo y dejándola arrodillada.

—Lo siento, lo siento, lo siento, su alteza… —declara una y otra vez la joven con la voz temblorosa. —Lo siento, lo lamento, yo...

—¡Cállate! ¡Cállate! Te he dicho una y mil veces que jamás
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