Pov Leina
No sabía a dónde íbamos, pero estos pasillos jamás los había recorrido antes. Es una parte alejada del palacio donde nadie parece tener mucho acceso.
Subimos una escalera hasta quedar en un piso alto donde se podía ver parte de la ciudadela y el cielo lleno de estrellas.
Grandes columnas se alzan para soportar una cúpula dorada sobre nosotros.
Me quito las sandalias al ver que él también se quita sus botas.
Mi corazón comienza a acelerarse al darme cuenta sobre qué estoy caminando; es igual a la piedra blanca de unión que dejamos atrás.
—Kian…— el pecho y el estómago se me retorcían de los nervios; comencé a temblar sin razón alguna o con razones suficientes.
—Aquí se unen los líderes; solo son ellos dos, Leina. No hay público ni un chamán, solo dos almas que se complementan solas. Toda la ciudadela los ve desde aquí y tal vez… puedan verlo hoy.
Mi corazón se salta varios latidos sin bajar su acelerado ritmo. Él extiende su mano sin apartar la vista de mis ojos, espe