12. Un helado caliente.

Ana observó como Eduardo se ajustó el saco con inseguridad mientras miraba por la ventana. Ana se acercó al escritorio y golpeó con los nudillos el vidrio.

—Todo es muy lindo —le dijo a Álvaro que permanecía con la mirada fija y el rostro serio sobre ellos —¿Vez? También me dieron oficina —le dijo y ahora si lo vio reír.

—¿Interrumpo algo? —preguntó él avanzando y sentándose con confianza en la silla de Ana frente al escritorio y ella y Eduardo negaron con la cabeza.

—Estaba a punto de comentarle a Ana qua amé su historia del orfanato, la publicaré en el periódico esta noche —Ana abrió los ojos mirando a Eduardo y él asintió —ya informé a las autoridades, descubriste un grupo bastante grande de micro tráfico liderado por Gerardo ríos que se hacía pasar por muerto para pasar inadvertido, ya debe estar en prisión —Ana sintió como una sensación cálida le invadió el pecho —te pasaré toda la información para que puliques mañana tú misma la noticia de la captura, tienes trabajo —Ana dio un
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