Maeve
Los días se habían convertido en una sucesión interminable de horas grises y silenciosas en esa habitación.
El aire en este lugar tenía ese toque fresco y pesado que se siente cuando estás cerca del agua, el ligero eco de las gotas resonando en algún lugar cercano, me indicaban que estaba cerca de un río, tal vez en una cueva o bajo tierra.
La puerta solo se abría cada pocas horas, un plato se deslizaba dentro, y se cerraba con un clic que resonaba como un eco de mi desesperación.
No quería comer, no quería aceptar nada de este hombre, me rehusaba a darle a él, a Ethan, la satisfacción de verme sometida.
Él quería que odiara, que despreciara a una especie entera.
Pero no podía, no cuando Luca, un vampiro, había sido mi soporte, mi mejor amigo. Y Kane... Kane, que había ocupado cada rincón de mi corazón y todavía estaba allí. ¿Seguiría siendo mi novio después de todo esto?
Dudaba, no solo de mi futuro con él sino de todo lo que había creído sobre nosotros. ¿Podría él amar a algui