Capítulo 40
Diego dejó escapar un grito desgarrador, sintiendo un dolor insoportable.

—¿Vas a hablar o no?

—¿Quieres saberlo? ¡Estás soñando! —gritó Diego.

Gabriel volvió a pisarle el otro brazo.

Con ambos brazos rotos, Diego casi se desmaya del dolor.

El odio hacia Gabriel en su corazón también alcanzó su punto máximo.

Sofía observaba con el corazón en la garganta.

Incluso en su mejor momento, los Méndez no podían compararse con los Lagos, era imposible meterse con ellos.

Gabriel había herido a Diego de esa manera, temía que no pudieran protegerlo.

—¿Aún no vas a hablar? Entonces no digas nada.

Al ver que Diego seguía resistiéndose, Gabriel frunció el ceño con disgusto y le pisó la pierna izquierda.

Sin esperar respuesta, también le pisó la pierna derecha.

En ese momento, sus cuatro extremidades quedaron prácticamente inutilizadas.

Pero Gabriel no mostró ni una pizca de piedad.

¡No toleraría que nadie profanara a Sofía!

—Yo… yo diré… diré…

Finalmente, Diego no pudo soportar el dolor agudo y gritó
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