— Señorita Méndez, es una verdadera lástima no haberla conocido antes. Me presento, soy Carlos Elizondo de Viento Sur. ¿Le importaría intercambiar información de contacto para charlar? —preguntó directamente el joven líder.
Era apuesto y de poderosa familia, cualidades ante las que pocas mujeres podían resistirse.
Sofía mostró sorpresa.
— ¿Los Elizondo de Viento Sur? —preguntó algo asombrada.
Era una de las familias centenarias más poderosas de la República de Solaria, incomparable con las fuerzas de Puerto Luminoso.
— Lo siento, mi lista de contactos está completa —Sofía seguía rechazándolo.
Los rostros de Carlos y sus amigos se tensaron.
— Gabriel, vámonos —dijo Sofía, tomando del brazo a Gabriel.
— Señorita Méndez, tener un amigo más siempre abre nuevos caminos... —Carlos, sin rendirse, extendió su mano para detenerlos.
Cuanto más los rechazaba Sofía, más despertaba el espíritu competitivo de los jóvenes.
La mirada de Gabriel se tornó gélida de inmediato.
— ¡Lárgate!
Les gritó direc