El tiempo de almuerzo era largo, así que Adriana pidió comida para llevar y también hizo que trajeran apósitos.
Eran todos con diseños de dibujos animados.
Adriana notó que a Omar no le gustaban, así que cuando había gente alrededor, se movía cerca de él y con voz melosa le decía:
—Carino, voy a cambiar tu apósito por ti.
Los ejecutivos se quedaron asombrados.
Adriana, sabiendo que Omar no se atrevería a hacer algo indebido en público, eligió uno con la figura de Mickey Mouse más grande y, como una pegatina, lo puso rápidamente en el pequeño brazo de Omar.
Omar gruñó y bajó la cabeza. Cuando levantó la vista, se encontró con su sonrisa radiante.
Adriana puso una expresión inocente y pestañeó.
—¿Te lastimé?
—...No.
—¡Eso está bien entonces!
Los ejecutivos miraron, horrorizados, pensando en los rumores internos de la empresa.
En sus corazones, pensaron:
—Como se esperaba, señor Vargas está dispuesto a hacer cualquier cosa por tener un hijo. Las relaciones rápidas siempre tienen un toq