Justo cuando todos estaban elogiando al caballo, este, como si quisiera contradecir a todos, levantó las patas delanteras y mostró un estado frenético.
El dueño del establo llamó rápidamente a alguien. Adriana, al ver las herramientas, confirmó que tenían algo así como un establo con sedantes.
Sin esperar a que el dueño diera la orden, Omar se acercó con calma hacia adelante.
Adriana sintió un ligero golpe en su corazón.
Valentina lo llamó directamente:
—¡Señor Vargas!
Todos quedaron atónitos.
El caballo estaba muy nervioso, sabía que la situación cercana era peligrosa, y podía sentir la aura diferente a la de una persona común en Omar. En el instante en que se acercó, el caballo se sacudió y adoptó una postura completamente combativa.
A pesar de esto, Omar aprovechó la oportunidad y se montó en el caballo.
Su movimiento fue tan rápido que dejó a todos asombrados.
El caballo parecía no poder aceptar este cambio repentino y levantó las patas delanteras una y otra vez, tratando de derri