Adriana le lanzó una mirada feroz, sus ojos casi echaban chispas.
Andrés se acercó para observarla de cerca y pensó que en su estado actual se parecía mucho a su pastor alemán.
No pudo contener la risa, se rió a carcajadas, se puso de pie y la miró desde arriba.
—¿Ah, así que prefieres morir que doblegarte?
—Puedes largarte.
De todos modos, ya estaban en la comisaría y no la matarían.
Andrés se inclinó para mirarla, con una mirada burlona,
—¿Dejar que Omar sepa que te metiste en una pelea en la comisaría a estas horas? ¿Cómo crees que manejará eso?
Adriana sintió un escalofrío en su corazón.
Admitió que desde que estuvo a salvo hasta ahora, este era su mayor temor.
Con todo el revuelo esta noche, si alguien hubiera grabado un video y lo llevaran a Omar, estaría acabada.
—¿Tienes miedo o no? — Andrés continuó provocándola.
Adriana lo ignoró.
Él, por el contrario, se volvió aún más insistente y susurró:
—Si me das un beso en secreto, no le diré nada a Omar. Será nuestro pequeño secreto