Capítulo 8
Vi un destello de dolor en los ojos de Juan. Intenté soltarme, pero él me sujetó con más fuerza, hasta que fingí dolor y me soltó apresurado.

Cinco minutos después, Juan apareció con un contrato de transferencia de acciones. Lo miré confundida. Entonces se arrodilló frente a mí, tomando con suavidad mi mano.

—Estas son todas mis acciones en la empresa, ¿las aceptarías? —Juan me miraba esperanzado, como si esperara que lo abrazara feliz y perdonara todo lo que me había hecho en estos tres largo años de matrimonio.

—No —al oír mi respuesta, su sonrisa se congeló. Su agarre se tensó un poco más.

—¿Entonces qué quieres que haga? Por favor, dímelo.

—Despide a Gina.

En realidad, ya no me importaban ni sus acciones ni su dinero. Incluso lo de despedir a Gina lo dije solo por impulso. Pero al decirlo, noté cómo Juan se tensaba.

—¿Podría ser otra cosa? Acciones, dinero, te puedo dar lo que sea —Juan hablaba ansioso, como si pudiera darme cualquier cosa, excepto alejar a Gina de la empresa.

Pe
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