Al oír una voz, abrí lentamente los ojos. Estaba rodeada de gente, Juan frente a mí. Era mi madre quien me llamaba.Al verme despertar y tocar cuidadosa mi vientre, los ojos de mi madre se llenaron de lágrimas.—¿Lo perdí...?Nadie respondió. Después de un largo silencio, Juan lo confirmó.—Rafaela, tendremos más...¡PLAF! Mi padre le dio una bofetada a Juan, interrumpiéndolo. Diego, parado a un lado, no hizo nada por detenerlo.Perder al bebé me dolía en el alma, como si me arrancaran el corazón. Mirando a Juan, hablé con calma:—Papá, mamá, quiero hablar a solas con Juan.Antes de salir, mi madre me entregó los papeles del divorcio. Juan los miraba fijamente.Cuando quedamos solos, Juan tomó mi mano y se arrodilló.—Perdóname, perdóname Rafaela, todo es mi culpa. ¡Debí protegerte, debí proteger a nuestro hijo! —se golpeaba una y otra vez la cara.No retiré mi mano, solo lo miré con desprecio.Ese día, Juan había mentido. No tenía compromisos de trabajo. Se había reunido con Gina junt
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