Antes de todo esto, necesitaba ir a la mansión de los Cruz. En su estudio, Diego estaba pensativo.
—Pequeña, si estás sufriendo, el abuelo te hará justicia. Pero el divorcio no es un asunto del todo viable, nuestras familias están estrechamente unidas.
Cada palabra de Diego golpeaba mi corazón como un martillo. Entendía perfectamente su razonamiento, pero realmente no quería seguir insistiendo más sobre el tema. Con un golpe repentino, me arrodillé frente a Diego.
—Abuelo, ya lo he decidido —mi voz resonó con gran seguridad en el estudio. Lo miré directamente a los ojos, ya no hablando como su nuera—. Después del divorcio, la relación entre nuestras familias seguirá igual. Soy la única hija de los Cruz, ellos quieren mi felicidad.
No le estaba pidiendo permiso alguno a Diego para divorciarme, solo mostraba respeto por su posición como mayor. Diego tardó en responder mientras yo permanecía arrodillada esperando paciente. Finalmente, se levantó y me ayudó a ponerme de pie.
—Pequeña, lo