Secilia miró hacia la dirección en donde provenía la voz, un rayo de luz de esperanza atravesó su ya rendida cabeza. Un Cazador encapuchado se paraba en frente de ambos, apuntando con un arma de fuego hacia el animal que la sujetaba.
—¡Ayuda! ¡Ayuda por favor! —gritó desesperada—. ¡Por favor!
—¡Suéltala! ¡Último llamado! ¡Suéltala o te juro por todos los Cielos que te lleno de agujeros! —ordenó la voz, con un tono nervioso.
Por fin aquel tipo la soltó, Secilia se apartó de él tan rápido como pudo en dirección al soldado, tratando de acomodarse la ropa sin dejar de sollozar.
—¡De rodillas! &ie