ARTURO BRUSQUETTI.
Sabía desde un principio que algo no estaba cuadrando con el comportamiento de mi hermano, y a pesar de mis sospechas, solo supuse que estaba exagerando.
Ahora se encuentra púbicamente comprometido con la mujer que amo, y pese a que ella está siendo obligada, su rostro me ha dicho que me calme, aunque es lo menos que siento en este momento.
Me encuentro en una esquina, observando y todo, especialmente a la mujer que amo, siendo manipulada como un juguete de aquí para allá. Tiene el cuerpo tenso, y se nota que está pensando en el algo para salir de ese juego estúpido en el que le metió el idiota de mi hermano.
Un camarero, me entrega una nota, y cuando lo leo, entiendo perfectamente el plan. Ella sabía que esto iba a pasar, y debo confiar en ella. Camino hacia la salida, donde Patricia me sujeta del brazo.
— Esa zorra…
— No la menciones. Estoy lo suficientemente cabreado como para escucharte — Ella sonríe.
— Sigo casada con él — masculla, como si eso sería un