30. Una familia feliz, al fin

Los finales felices no existen, son solamente nuevos inicios.

Amelia había leído lo anterior en algún libro viejo y cuánta razón encerraba aquel pensamiento. Ahora se encontraba en camino a la hacienda donde su hijo se había criado durante los últimos cuatro casi cinco años, esta vez Cristina su madre la acompañaba. También iba John, por supuesto.

Amelia recordaba que en la noche anterior Santiago le pidió a Perla que fuera su novia, quizá iba a tener un noviazgo corto, todo lo contrario, a la relación de Rubí y Samuel que duró unos tres o cuatro años quizá y ni hablar de ella que simplemente se comprometió sin un previo noviazgo, es que la vida es así, distinta para todos.

Cuando llegó Mateo estaba en el pórtico meciéndose de un lado para otro en una banca de madera a modo de columpio. Solo se dio cuenta que e

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