24. El nuevo socio del club

Cuando Amelia llegó a casa se dio cuenta que algo no estaba bien con sus amigas, la luz de la cocina estaba encendida y la de la habitación de Perla también.

Entró rápidamente en su recámara y tomó un baño ligero, se envolvió en una bata y después se dirigió al cuarto que estaba entre abierto. Tocó con cautela y sus amigas le indicaron que podía seguir.

Perla estaba acostada sobre las piernas de Rubí hecha un mar de lágrimas.

—Que ha pasado? —preguntó—. ¿De qué me perdí? —indagó sorprendida pensando que debía ser algo complicado, de lo contrario sus amigas estuvieran durmiendo.

—Perla no tuvo un buen día —dijo Rubí.

—¿A qué te refieres?

Amelia sabía perfectamente que no se trataba de algo sobre amor. Perla no tenía

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